El cuarto pensamiento inconmensurable es el de la ecuanimidad (Sánscrito upekṣā; Pali upekkhā; Tib. བཏང་སྙོམས་ tang nyom). Su función es ver la igualdad de todos los seres.
Lama Tsong Khapa identifica dos tipos de ecuanimidad inconmensurable: Un tipo está libre de apego o aversión, con una mente estable dirigida a los demás. El otro tipo principalmente desea que los demás tengan ecuanimidad, libre de apego y aversión. Por lo tanto, la cultivamos y también deseamos que otros la experimenten.
La ecuanimidad tiene la naturaleza del no-apego, ya que el apego obstaculiza su manifestación. Esto se debe a que aferrarse a ciertas personas conlleva el surgimiento de aversión hacia otras. Representa, por lo tanto, una disposición interior de tranquilidad hacia todos, y sirve como cimiento para cultivar una compasión y un amor auténticos.
Si seguimos discriminando a los seres según los que encontramos atractivos, los que nos resultan repulsivos y los que consideramos insignificantes, ¿cómo podríamos cultivar un amor y una compasión inconmensurables?
Lo cierto es que, nos resulten en este momento agradables, desagradables o sean objeto de nuestro desinterés, todos los seres sintientes desean de igual forma la felicidad y ser libres del sufrimiento.
Cuando consideramos por qué experimentamos cercanía hacia ciertos seres, distanciamiento hacia otros e indiferencia hacia el resto, nos encontramos con que nuestra mente egocéntrica es el factor central. Esta actitud limitada de la mente resulta dolorosa y obstaculiza la apertura de nuestros corazones mediante una percepción más precisa de la realidad.
¡Es sorprendente cómo incluso en un solo día, una única persona puede transitar de ser amistosa a ser percibida como adversaria, impulsados por nuestras interacciones momentáneas!
Los invito entonces a que meditemos juntos. Si anhelamos la paz en el mundo, debemos comenzar por cultivarla en 𝘤𝘢𝘴𝘢.
Un abrazo amoroso a cada uno 🤍
Aquí hay una contemplación sobre la ecuanimidad que quizás pueda serles útil.
Reflexionando sobre la ecuanimidad, al examinar la vivencia de esta breve vida se hace evidente cómo personas que en algún momento consideramos amigas se han transformado en enemigas, y viceversa. También hemos presenciado cómo personas inicialmente desconocidas han adoptado roles similares, ya sea como enemigos o como allegados.
Todo esto está arraigado en la perspectiva centrada en uno mismo. Nos aferramos a aquellos que cumplen con nuestras expectativas, rechazamos a quienes no satisfacen nuestras preferencias o nos causan daño, relegando a los demás al ámbito de la indiferencia. Si alguien satisface nuestras expectativas y muestra afecto, nos aferramos a ellos; en caso contrario, los rechazamos.
Esta actitud mental de apego, rechazo e indiferencia hacia los demás refleja una inmadurez que limita y pesa sobre nuestra mente-corazón, generando una inestabilidad errática.
Superando paulatinamente el fuerte apego y la aversión en nuestras mentes, estaremos sentando las bases para una mayor serenidad y equilibrio interno, así como para cultivar un corazón abierto a conectarse amorosa y compasivamente con todos los seres sintientes, sin discriminación entre cercanos y lejanos.
«Que todos los seres sintientes permanezcan en ecuanimidad, libres del apego y la aversión.»
Deseo este compartir les haya sido de beneficio. Un abrazo amoroso a cada uno desde Dharamsala 🤍