Uno de los mejores consejos que me han dado fue el que generosa y firmemente me ofreció mi primera maestra budista: «Tenés mucho potencial, pero debés soltar el drama».
Notar cuánto sufrimiento innecesario nos genera el hábito de aferramiento a nuestra narrativa dramática puede ser el primer paso para comenzar a des-identificarnos de él.
En mi propia experiencia se me hace evidente cuánto mi mente exagera las proporciones de una situación desafiante, y puede llegar a ahogarse en un lodo aflictivo de angustia y desconsuelo que debilita todo mi sistema.
Muchas veces esta exageración, la sobredimensión del desafío, posee como una de sus causas el filtro de percepción que surge a partir de nuestros condicionamientos emocionales por experiencias pasadas. Interpretamos de manera errónea las situaciones leyendo fatalismo, peligro de abandono, rechazo, y cualesquiera que sean nuestros registros emocionales, cuando en verdad quizás no lo hay (o lo hay en una dimensión mucho menor a la que nuestra mente nos presenta).
Mi Maestro Geshe Lobsang Choegyal Rinpoche siempre nos aconseja no dejarnos llevar por las apariencias que surgen en la mente, ni por nuestras sensaciones/sentimientos. No tomar cada pensamiento y emoción que se presenta como verdad, cuestionar las conjeturas y presunciones que hacemos sobre nosotros mismos, las situaciones y los demás, puede ser una práctica liberadora de nuestra esclavitud interna. Sí: mientras no tomamos conciencia somos ciertamente esclavxs de nuestras aflicciones, de nuestras percepciones erróneas, de nuestras predisposiciones mentales.
Por esto es tan beneficiosa la práctica de habituarnos a observar nuestra mente, la práctica de la meditación.
Para no confundir las nubes con el cielo. Es dentro, y no fuera, donde acontece la liberación.
Espero esta reflexión te sea útil de algún modo.
Un abrazo cálido desde Dharamsala 🤍