La mente que ve defectos en los demás es como un espejo roto. Eso nos enseña mi maestro Lobsang Choegyal Rinpoche.
Si un espejo, afectado por la marca de la imperfección, acoge fisuras en su reflejo, revelará en su imagen la misma fractura y ocultará su totalidad. Así, poner el foco en las limitaciones del otro resulta ser un enfoque mental limitado, concentrado sólo en las flaquezas, dejando de lado las buenas cualidades.
No existe criatura sintiente exenta de imperfecciones, por lo que anhelar hallar perfección en los demás y en nosotros mismos es una quimera que sólo cosechará frustración eterna. Y como secuela, inadvertidamente, hará que inflijamos daño sobre aquellos que nos rodean.
Buscar constantemente defectos ensombrece nuestra mirada y nos distancia internamente de los demás. Esta desconexión luego se traduce en nuestra actitud corporal y expresión verbal, creando abismos donde lo que hay en verdad desde el inicio, es humanidad compartida. En tiempos críticos donde el Planeta crepita y el forjado de la unión, la colaboración y la paz es ya una urgencia, reflexionar sobre esta temática me resulta apremiante.
Ponderar las virtudes ajenas: un camino hacia el amor
¿Cómo cambian con el tiempo nuestras impresiones sobre los demás?
El atributo que nuestros ojos ven como una grieta, puede ser para la mirada de otro una joya apreciada: pues no existe defecto que lleve en su esencia la marca de lo defectuoso. El carácter defectuoso de ese atributo no existe por su propio lado. Depende de múltiples causas y condiciones, entre las que se halla nuestra cognición.
¿Acaso no hemos experimentado que un matiz del carácter de un íntimo amigo, que nos seduce con su encanto, es a los ojos de otro, simplemente insoportable? Del mismo modo, lo que resulta estimado para otro, puede no serlo para nosotros. Además es importante recordar que, con el paso del tiempo nuestras impresiones acerca de los demás sufren variaciones, ¿no es cierto?
En la Psicología Budista la presentación de la mente como una entidad libre de impurezas en su naturaleza esencial, es un concepto fundamental para acompañarnos a superar el hábito perjudicial de buscar y magnificar las aparentes fallas de los otros. Puesto que todo defecto es temporario y puede transformarse, no hay necesidad de aferrarnos vehementemente ni a los nuestros, ni a los de los demás.
Recordemos que enfocarnos en las fragilidades ajenas nos encamina hacia la hostilidad, mientras que dirigir nuestra atención a sus virtudes nos guía hacia el florecimiento del amor en nuestra mente-corazón.
Deseando que esta reflexión les sea de beneficio, me quedo contemplando con la aspiración de transformar mis propios hábitos perjudiciales.
Me quedo contemplando contigo.
Un abrazo desde Dharamsala, deseando que este compartir sea de beneficio 🤍