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El tercer pensamiento inconmensurable: El gozo

Sobre la autora

Melisa Biondi Vázquez (Tenzin Phurdrön), nacida en Buenos Aires, Argentina, es Psicóloga Clínica con Posgrado en Psicología Transpersonal. Reside en India desde 2015, donde se dedica al estudio de la Psicología y la Filosofía Budistas en la Tradición Tibetana.
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Puesto que siempre hay alguien siendo feliz, siempre es posible deleitarnos por su dicha, y así, crear la nuestra.

El tercero de los cuatro inconmensurables es el gozo o regocijo (sánscr. 𝘮𝘶𝘥𝘪𝘵𝘢; Tib. དགའ་བ་ ga wa). La raíz de 𝘮𝘶𝘥𝘪𝘵𝘢 en el idioma Pali significa «estar complacido, tener una sensación de alegría». ¿Sobre qué se genera este contento? Sobre la felicidad de los demás, ya sea temporal o duradera —siendo esta última en el Budismo la felicidad de la liberación o la iluminación—.

El poder deleitarse en la felicidad ajena es una práctica libertadora del confinamiento interno provocado por la competitividad, la comparación, el juicio, el orgullo y la envidia.

La aflicción mental de la envidia en la Psicología Budista es parte de la familia del odio. Es una forma de enojo con las buenas cualidades o fortuna de otros, que genera el deseo de destruirlas. Tan sólo evocar este estado interno puede darnos escalofríos: basta con observar honestamente nuestra experiencia para comprender la aguda amargura que genera al surgir en nuestra mente. Contraria a la envidia es, precisamente, la habilidad de deleitarse y ponderar el éxito y la dicha de los demás.

Podemos alegrarnos por la prosperidad de un otro. Por su capacidad de engendrar relaciones armoniosas. Por su salud y vitalidad, su inteligencia, su talento. Por su práctica de amor, generosidad, paciencia, compasión.

Así como con el amor y la compasión, también podemos comenzar a practicar gozo inconmensurable con un ser cercano, luego con una persona neutra y culminar con un enemigo. Otra forma es directamente cultivarlo con respecto a todos los seres sintientes.

Como es de conocimiento popular, y avalado por las investigaciones sociales recientes, las redes sociales son un espacio en el cual potencialmente generar causas de sufrimiento por compararnos con los demás y resentir su percibida dicha. Les propongo entonces seguir cultivando gozo inconmensurable al utilizarlas.

Te comparto una práctica:

Te invito a pensar en otra persona que esté experimentando una buena fortuna —transitoria o estable—, y a repetir internamente con regocijo: Que nunca estés separado de la felicidad.

Y tomando a esa persona como ejemplo, ampliar el círculo interno de regocijo, pensando una y otra vez: Que todos los seres sintientes nunca estés separados de la felicidad. 

¿Practicamos juntos?

Deseo este compartir te haya sido de beneficio. 

Un abrazo amoroso desde Dharamsala 🤍

Melu Biondi Vázquez (Tenzin Phurdrön)

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