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La postura al meditar

Sobre la autora

Melisa Biondi Vázquez (Tenzin Phurdrön), nacida en Buenos Aires, Argentina, es Psicóloga Clínica con Posgrado en Psicología Transpersonal. Reside en India desde 2015, donde se dedica al estudio de la Psicología y la Filosofía Budistas en la Tradición Tibetana.
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La postura en la que meditamos es importante. Una de las razones de que esto sea así es que cuando el cuerpo está cómodo, la sangre fluye bien, y entonces la mente se vuelve viable para meditar. Por supuesto, si uno sufre de algún impedimento físico, esto sería una excepción.

La postura de siete puntos de Vairochana que he aprendido de mis maestros budistas es la siguiente:

1. Las piernas en posición de loto completo o medio loto: esto facilita meditar por períodos extensos de tiempo.

2. Las manos en el 𝘮𝘶𝘥𝘳𝘢 de ecuanimidad (mano derecha sobre la izquierda y los pulgares tocándose).

3. La espalda derecha como una flecha: al estar el cuerpo erguido, los canales internos también lo están, y de este modo la sangre y la energía de los vientos internos fluye bien.

4. Los hombros se extienden ligeramente hacia atrás (como las alas de un buitre), en lugar de encorvarse hacia adelante. Esto ayuda a fomentar una mente alerta y atenta.

5. La punta de la lengua gentilmente sobre el paladar: esto evita la excesiva salivación; la mandíbula y boca relajadas.

6. El mentón ligeramente inclinado hacia abajo.

7. Los ojos entreabiertos mirando hacia abajo, a la punta de la nariz. Es aconsejable cerrarlos solamente si meditamos por un período breve de tiempo, ya que esto suscita la laxitud (y podemos incluso quedarnos dormidos). Por otro lado, si están completamente abiertos, surge la excitación pues nos distraemos con estímulos visuales.

Por último, ya que la que medita es la mente y no el cuerpo físico, se aconseja que para meditar apropiadamente la mente debe estar relajada.

Uno de los beneficios que he encontrado en seguir la instrucción de mis maestros acerca de meditar en esta postura, es que al adoptarla, la mente inmediatamente se dispone a meditar, a volcarse hacia adentro. Al principio puede ser que cueste asumirla de forma correcta y sostenerla, y que el cuerpo duela, pero tal como lo señala el Pandita indio Shantideva: «No hay nada en absoluto que no se vuelva más fácil a través de la habituación».

Un abrazo amoroso desde Dharamsala 🤍

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